Todas llevamos a una versión de Cenicienta dentro. Cada día convivimos con nuestros complejos, intentamos disfrazarlos. Esto puede estar bien a la hora del baile pero al acabar la noche, cuando llegas a tu casa, bajas de esos tacones que ya estabas empezando a odiar del dolor que te causaban, te quitas esa plasta de maquillaje, el color de tus mejillas, el negro de tus ojos, el color provocador de tus labios... Entonces te miras en el espejo, te ves a ti misma, y piensas: Mi príncipe nunca podría verme así.
No caemos en la cuenta de que existen los "falsos príncipes" sin embargo, hay una prueba infalible que hace que reconozcamos al nuestro fácilmente y es aquel, que de tanto repetírtelo, acabas plenamente convencida de que cuando mas preciosa estás es cuando no llevas tacones de cristal, ni vestido, ni una sola gota de maquillaje.
Seamos nosotras. Quien te quiera lo hará por ser tal y como eres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario