Como sí de una especie de insecto se tratase, me come por dentro el no poder expresarme.
Y aunque lo hiciera y fueras consciente de lo que he recorrido y vivido, daría igual, después seguirías con tu vida y tu mundo idealizado. Olvidar es demasiado fácil cuando no se trata de nosotros. Pero quería deciros que no sabéis ni habéis sentido realmente la impotencia.
No sabéis lo que es querer gritar, querer que te escuchen, que te entiendan, incluso querer pedir ayuda y que sólo salga de tu boca un sonido sin significado demasiado sonoro y hasta molesto.
No sabéis lo que es sufrir. No sabéis lo que es una guerra y mucho menos una posguerra. Creo que no sabría decir en cual de las dos existe más miseria.
No sabéis lo que es pasar hambre de verdad, ni que te sangren las rodillas por pasar horas tirada en el suelo sin parar de fregar.
No sabéis lo que son las palizas por rutina dadas por la "persona" con la que convives, por definir de alguna manera a este tipo de escoria.
No sabéis las señales que dejan en la piel, negras como el carbón.
No sabéis lo que es estar casi inmóvil, no poder hacer tus necesidades higienicamente por ser incapaz de subir unas simples escaleras, las que tú al día subes y bajas tantas veces y sin esfuerzo.
No sabéis lo que es el dolor, la sensación de no poder respirar.
No sabéis lo que es la soledad ni la sensación de sentirte abandonada.
Pero no sabéis cuánto me alegro de que jamás os toque vivirlo, porque nadie en el mundo se merece padecer tanto.
Vieja, hoy me hiciste llorar, y aunque esa bomba te dejara sin poder hablar ni escuchar, supiste transmitirme gratitud con esa mirada... y sobre todo esa sonrisa.
Las gracias debo de dártelas yo por sostener mis manos unos segundos y haberles aportado tanta calidez.