9 nov 2014

22 años conociendo a la persona que mas quiero

Ella era una chica complicada, pero se quería demasiado. Algunas no la entendían, otros la tacharon de insensible.
Estaba acostumbrada a observar y veía lo que se cocía a su alrededor. Algunas cosas estaban normalizadas por los especímenes de su entorno, sin embargo a ella la horrorizaban. hasta que un día tuvo claro lo que quería ser y lo que no, lo que quería para ella y lo que no le desearía a nadie.

Descubrió que querer no es igual a dolor. Se dió cuenta de que ella, era valiosa y que nadie jamás llegaría a merecer una lagrima suya. Pensaba que, quién iba a ser el que la salvase de no caer por la pendiente sino ella.

Era feliz queriéndose a ella misma por encima de todo. Pero un día llegó alguien a su vida que decidió hacerle la competencia. Se dió cuenta de que hay personas que te hacen sentir aún más especial de lo que ya te considerabas y eso fue realmente increíble para ella. Así fue, se enamoró de aquel competidor con el que compartió momentos que nunca antes había experimentado, me atrevería a decir que le confió su vida, se confió a ella misma.

A pesar de prometerse a sí misma no idealizar, fue inevitable. Nunca había sentido aquello y quiso dejarse llevar. Él era suelo, y a ella no le importaba deslizarse y romperse la cara por él. Rescataron juntos vistas y lunas preciosas. Conoció el echar de menos de verdad a alguien y, aunque a veces le tuviera a kilómetros de distancia, encontró la manera de sentirle sin tocarle. Llegó a sentarse desnuda sobre él mientras dejaba volar los recuerdos, recorriendo cada centímetro de su espalda... o se dedicaba a escribir concentrada sobre ella un pedacito de ella misma. Cerca o lejos… los sentimientos estaban a flor de piel.

Era tanto lo que apostaba, y tanto lo que esperaba, que tarde o temprano la realidad le iba a dar la primera llamada de atención. Y rompió su promesa, las lágrimas cayeron.
Siguieron cayendo y siguieron los enfrentamientos con la realidad y sus dilemas internos de lo que ella esperaba, y lo que recibía. Lo que ella creía merecer y lo que obtenía. No sabía lo duro que podía llegar a ser esperar de alguien lo mismo que ella daría y que esa espera a veces fuera eterna. No sabía lo mal que podía llegar a sentirse cuando la persona que más quería no la hacía sentir tan valorada como ella misma se consideraba, ni lo doloroso que era cuando los malos momentos empezaban a pesar sobre los buenos o cuando a veces llegaba a sentirse tan sola estando acompañada.

Pero hubo un momento en el que pensó que esas peleas internas únicamente se las creaba ella. Que siempre se prometió no aguantar lo que no creía merecer. Que alguien algún día le haría sentir como ella es en realidad y fue por eso por lo que pasó tanto tiempo queriéndose y conociéndose a sí misma, esperando sin buscar a la persona adecuada. Cualquier persona tiene motivos para ser exigente con lo que quiere en su vida, porque como dicen por ahí: Todos aceptamos lo que creemos merecer.


Lleva 22 años prometiéndose ser feliz por ella misma, sin confiar su felicidad a una sola persona que, un día, de repente, evolucione de manera distinta llegando a ser lo que no esperaba. Sólo desea que llegue el día en el que tenga que soplar 30 velas sobre una tarta y no pedir ningún deseo, porque cada detalle que le ha regalado a la vida le haya pasado su factura.